La educación es un pilar fundamental en el
cual se reproducen las cuestiones sociales y el individuo puede elevar su
autoestima y fortalecer el respeto de sus derechos.
Se considera que los problemas educativos,
como los actores involucrados, deberían tener una mirada que trascienda, que
traspase el recinto escolar. Que los aprendizajes sirvan a los alumnos y alumnas para la
construcción de un verdadero rol social y de vida Independiente, dentro de una vida de calidad.
Por eso, es fundamental una nueva mirada desde
las funciones del Estado y las
Instituciones Educativas en materia de Educación Especial y Capacitación
laboral.
Desafortunadamente aún hoy sigue habiendo, en
los ámbitos educativos, culturales y sociales, barreras que obstaculizan la
implementación de apoyos y flexibilización, por ejemplo: curriculums educativos
estáticos e inflexibles, que frenan la incorporación de nuevas acciones basadas
en la valoración de las diferencias, de la diversidad, de las posibilidades y
los apoyos.
Desde las últimas décadas del siglo XX, en Argentina,
América Latina, el Caribe y Europa, se
está produciendo un amplio debate sobre los cambios educativos como
alternativas para hacer frente a los problemas sociales que han surgido en
forma masiva, y a favorecer los cambios educativos que son necesarios para
formar y construir una verdadera calidad de vida en los hombres y mujeres del
siglo XXI.
Se necesitan docentes y profesionales
capacitados en este nuevo paradigma de la educación: valoración de las
competencias y habilidades en la EDJAT en un marco inclusivo y diverso. Cambios que deben desarrollarse de modo
paulatino, paciente y permanente, con el compromiso de todos y todas. Teniendo presente que en todos
los ámbitos de la sociedad hay personas que son resistentes a los cambios y que
están cerradas en su propia realidad, que temen cambiar y otras que no desean
trascender ni transformar la realidad que los circunda.
La Educación Permanente, en el marco de la
EDJAT, podrá alcanzar sus objetivos en la medida que los/las docentes y
directivos, de las instituciones
educativas, encargados de desempeñar dicha labor, logren generar estrategias
adecuadas a la situación y contexto propio de esos jóvenes y adultos.
El distanciamiento entre los programas
formativos, registrado en las pasadas décadas, y las realidades de vida,
provocó la desacreditación y el vaciamiento de contenidos de los títulos
otorgados por las instituciones educativas. Agravado por la pérdida de calidad
de la formación y la posesión de un diploma que no acredita contundentemente la
real apropiación del conocimiento curricularmente definido.
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